En 1888, el Dr. Rufus B. Weaver, profesor de anatomía en el Hahnemann Medical Collegee de Pennsylvania, consiguió extraer el 98% del sistema nervioso del cuerpo de un ser humano sin dañarlo. La donante fue una mujer afroamericana, llamada Harriet Cole, que trabajaba como limpiadora en la escuela de medicina. Ambos contribuirían a realizar una de las muestras médicas más fascinantes y asombrosas de la historia: la disección del sistema nervioso cerebroespinal.
El modelo anatómico, conocido como “Harriet”, hoy día permanece expuesto en la Facultad de Medicina de la Universidad de Drexel.
Una vida dedicada a su pasión por la anatomía
Rufus Benjamin Weaver (1841-1936) se graduó en medicina en el Pennsylvania Medical College en 1865. Poco después de terminar su carrera, comenzó a trabajar en la facultad de Hahnemann como “demostrador” -una figura muy común en los teatros de disecciones del siglo XIX-. Su trabajo consistía básicamente en preparar los cadáveres para las clases prácticas de anatomía. Durante las disecciones, y siempre bajo la atenta mirada del catedrático, enseñaba a los alumnos cómo tenían que cortar los cuerpos y exponer correctamente los órganos a estudio. También se ocupaba de que los restos fueran enterrados, dignamente, cuando ya no servían como herramienta educativa.
Dos años más tarde, un suceso inesperado le obligaría a dejar por un tiempo su trabajo en la universidad y emplear sus conocimientos sobre anatomía para servir a su país.

El Dr. Rufus Weaver y los estudiantes en el laboratorio de anatomía macroscópica en Hahnemann Medical College, sin fecha.
Después de la Guerra Civil, miles de cuerpos de soldados anónimos permanecían sepultados en sus trincheras, amontonados en fosas comunes o enterrados a lo largo de los caminos. En aquella época, el padre del Dr. Rufus (Samuel Weaver) se encontraba trabajando en un gran proyecto nacional: desenterrar los cadáveres e intentar identificarlos para entregarlos a sus familiares. Sin embargo un accidente fortuito de ferrocarril le impidió terminar su misión. Tras su muerte, le pidieron a su hijo continuar con el proyecto. A pesar de que en un principio se mostró reticente, el Dr. Rufus Weaver terminó aceptando el ofrecimiento.
En 1871 comenzó a trabajar en el campo de enterramiento de las tropas del Sur, en Gettysburg. Allí se encargaba de exhumar, clasificar y etiquetar los restos de más de 3000 de soldados. La mayoría de ellos serían trasladados al cementerio de Hollywood, en Richmond (Virginia).
A menudo trabajaba 18 horas diarias, utilizando sus conocimientos sobre anatomía para reconstruir los cuerpos. Sin duda alguna, tres años dedicados exclusivamente a esta tarea le aportaron la práctica y la habilidad necesaria para emprender y culminar con éxito el proyecto por el que siempre será recordado.
Una generosa donación
Poco se conoce sobre la vida de Harriet Cole. Sabemos que trabajaba como empleada en la facultad de medicina, limpiando las aulas, los laboratorios, y por supuesto la sala de disecciones de la universidad. Sin duda alguna tuvo la oportunidad de conocer y admirar el trabajo del profesor Weaber.
En aquella época, donar tu cuerpo para el estudio médico no era lo habitual. Sin embargo, la señora Cole había manifestado en numerosas ocasiones que, tras su muerte, su cuerpo fuera utilizado en beneficio de la ciencia.
En 1888, a la edad de 35 años, Harriet murió de tuberculosis. El Dr. Weaver, cumplió su última voluntad y se sirvió de su cuerpo para intentar extraer, y montar de nuevo, todo el sistema nervioso. Algo “completamente imposible”, según sus ilustres colegas.
El modelo anatómico “Harriet”
El proyecto le llevaría más de cinco meses de trabajo dedicando casi diez horas diarias. Con una paciencia infinita limpió cada pequeño fragmento de carne y hueso del cadáver, dejando tan solo el sistema nervioso y los ojos. Durante la disección mantuvo húmedo cada nervio, envuelto en una gasa con solución alcohólica de cloruro de zinc, para fijarlos después con blanco de plomo y goma laca. Terminado su trabajo, lo expuso sobre un tablero sujeto con cientos de diminutos alfileres.
Gracias a su constancia, destreza y habilidad, consiguió exponer todo el sistema nervioso cerebroespinal, a excepción de los filamentos terminales de los nervios intercostales. Aunque muchos lo habían intentado, esta era la primera vez que se lograba.
Harriet pasó a ser una “herramienta” de enseñanza muy importante en la facultad y una de las muestras médicas más fascinantes y extraordinarias del mundo.
Gracias a su inusual modelo anatómico, el nombre de Rufus Weaver sería conocido en todo el mundo. Su Obra, sería presentada en congresos y conferencias como “una maravilla de paciencia y habilidad en la disección” causando el asombro y la admiración de toda la comunidad médica. Animado por el éxito, decidió presentar a “Harriet” a la Exposición Colombiana de Chicago en 1893. Allí, recibió el Premio Científico Superior y fue galardonado con una medalla de oro y la cinta azul. Sus trabajos aparecieron publicados en una serie de libros de medicina y en las revistas Time y Life.
El sistema nervioso de Harriet Cole estuvo viajando durante mucho tiempo por laboratorios y aulas de todo el país. Regresó a su hogar, en Drexel, en la década de 1960.
En la actualidad, Harriet, sigue expuesta en una vitrina en el Drexel University College de Medicina (Filadelfia) provocando la admiración de sus alumnos y asombrando a todos aquellos que tienen la oportunidad de sus verla.
Texto: Reproducción —parcial— del post de nuestra página de Facebook.
Fuentes consultadas:
- http://articles.philly.com/2000-01-17/news/25598869_1_optic-nerves-harriet-cole-anatomy
- http://amovablearchives.blogspot.com.es/2010/02/from-collections-harriet.html
- https://investigart.wordpress.com/2014/10/27/el-blanco-de-plomo/
- http://archives.drexelmed.edu/blog/?p=9
- http://www.civildiscourse-historyblog.com/blog/2016/2/2/a-macabre-family-affair-the-weavers-and-the-gettysburg-dead
Fascinante artículo. Muy bueno tu blog. Saludos
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Genial!!
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Gracias Ivan… Y gracias por dedicarle unos minutos al apartado “deja tus comentarios”. Funciona!!!
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Que interesante, y que habilidad del Dr. rufus para guardar el sistema nervioso, un saludo grande
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Gracias Amelia. Un placer verte por aquí.
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Muy buenos artuliculos.
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Gracias por leerlos y dejar tus comentarios.
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Un impresiinante trabajo del Dr Rufus. Exitos para este blog.
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Gracias Luis. Y Gracias al Dr. Rufus sin él no habría sido posible este artículo. Saludos.
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Impresionante, algún día se me podrá dar la posibilidad de ver tal arduo trabajo de Dr.
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Hola Marga,
me alegro que te hayas lanzado a crear un blog.
Es fantástico
Un abrazo
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Hola ¡¡cuanto tiempo sin verte!! Me alegra saludarte. Un abrazo “J.J”
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Un Monstruo Dr Rufus, algún día tendré que visitar esta exposición, fascinante!!
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Bien merece una visita. Para mi sería un sueño, sin duda.
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Genia marga
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Genio del Dr. Rufus… Saludos DIEGO
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¡Increíble! A primera vista parecería una reproducción en silicona, ¡¡y resulta que es real y lo consiguió un hombre en el siglo XIX!!
Desde luego, viendo estas cosas me doy cuenta de que, el límite, somos nosotros mismos.
Muchas gracias por compartir esta historia.
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